Por:
Marino Jaén Espinosa
2009-11-25
En Panamá tenemos la gran fortuna de que un porcentaje significativo de la población aprecia y apoya los bailes típicos populares que se realizan todos los fines de semana en distintos lugares del país. Esta actividad es sostenible al grado de que existen decenas de conjuntos de música típica popular, interpretada con el acordeón e instrumentos de acompañamiento. Algunos de estos conjuntos han alcanzado un éxito notable, mientras que otros son menos reconocidos, pero todos se esfuerzan por triunfar en este mundo tan competitivo y exigente. En esta serie de artículos pretendemos abordar algunos aspectos de estos bailes, desde un poco de historia, pasando por la composición de los conjuntos, hasta llegar a la mecánica de los eventos.
Lo que hoy se conoce como baile típico, en su origen se denominó pindín. La palabra aludía no al tipo de música, sino al evento mismo, es decir, a la reunión de un grupo de personas con el objetivo de disfrutar de la música interpretada por un conjunto y bailar. Desde fines del siglo XIX e inicios del siglo XX ya se celebraban estas actividades, aunque de manera muy distinta a como son celebradas actualmente. La diferencia más importante es que antes de la década de 1940, el instrumento principal del conjunto era el violín. Posteriormente, se introdujo el acordeón y el violín quedó relegado a la música folklórica pura, y a bailes muy ocasionales.
Hasta la década de 1960, era muy común que los bailes, primero con violín y luego con acordeón, duraran la mayor parte de un fin de semana. Esto ocurría porque las vías de comunicación eran muy deficientes, por lo que los conjuntos se trasladaban a un solo sitio cada fin de semana y la costumbre era contratarlos por todo el fin de semana. Además, los bailes en cada región no eran tan frecuentes como ahora, ni tan abundantes los conjuntos, por lo que cuando se organizaba un baile en un pueblo cercano, la mayoría de los pobladores de la zona procuraban participar, pues no se sabía cuando volverían a tener nuevamente la oportunidad de tener un baile cerca.
En la actualidad, las mejoras en las vías de comunicación, la introducción de los medios de comunicación masivos, el apoyo de patrocinadores y el crecimiento tanto de la oferta de conjuntos como de la demanda de los bailadores, ha provocado que la actividad musical típica popular haya experimentado un crecimiento increíble. Ahora es común que un conjunto mediano toque el sábado en Darién y el domingo en Chiriquí. Y por supuesto, hay conjuntos grandes que tocan hasta en los días de semana.
A través de los años, la composición de los conjuntos ha cambiado. Anteriormente mencionamos que hace tiempo el instrumento principal era el violín y que fue reemplazado por el acordeón. Además de ese cambio, se han ido introduciendo instrumentos electrónicos tales como las guitarras y bajos y últimamente la percusión. También se cambió la churuca de calabaza por una metálica y se han ido añadiendo cada vez más ayudas para el sonido, tales como micrófonos, bocinas, monitores, consolas, etc.
Sobre el aspecto comercial y la mecánica de los bailes podemos decir que todo inicia desde mucho antes que suenen los primeros acordes. Las personas que organizan las actividades bailables pueden ser de varios tipos: dueños de jardines (salas de baile), propietarios de emisoras u otros negocios, representantes de tunas u otras organizaciones sin fines de lucro, personas independientes que desean lucrar con las actividades o hasta los mismos músicos.
En el caso de que no sean los músicos, los organizadores, mejor conocidos como empresarios, deben contactar a los músicos de su preferencia y negociar una fecha. Esto se dificulta notablemente cuando el conjunto es de los más solicitados, pues no es extraño que dichas agrupaciones tengan todas las fechas llenas por los próximos seis meses. Una vez se llega a un acuerdo, se firma un contrato en el que se definen los términos de la relación. La ganancia del músico puede ser una cantidad fija, una base más un porcentaje de los tax, término del cual hablaremos más adelante. Si el acuerdo es tripartito, es decir, que involucra al jardín, al músico y al empresario, entonces se deben pactar cosas el alquiler del jardín, la taquilla, el bar, etc. Cuando el músico y el empresario se conocen y han hecho eventos juntos con anterioridad, muchas veces se reservan las fechas y se establecen las condiciones de acuerdo a los precedentes de la relación. Algo parecido sucede con el local, pues debe contratarse con anterioridad.
Al aproximarse la fecha de la actividad bailable, llega el momento de realizar la promoción de la misma. Esto se hace usualmente por la radio, y en menor medida por la televisión y la internet. También se hacen volantes y rótulos que se colocan cerca de la entrada del jardín y en sitios estratégicos de las comunidades circundantes. En años anteriores, las empresas licoreras y cerveceras apoyaban mucho con la publicidad de las actividades, pero esto ha ido variando luego del ciclo de adquisiciones internacionales que ha experimentado este sector económico.
El día del baile la mecánica que se produce puede incluir diversos elementos. En ciertos eventos, se inicia desde la tarde con una cantadera o con una matanza o feria, en el caso de que el baile forme parte de un evento más complejo. Generalmente, el conjunto llega al jardín por medio de un bus o por otros medios de transporte. Luego de hacer todas las instalaciones de equipo, llega el momento de iniciar el baile. Curiosamente, existe la costumbre de que cuando la actividad va a iniciar, se sueltan varios voladores o fuegos artificiales para llamar a los vecinos, y hasta a las personas de áreas un tanto alejadas.
Hasta aquí dejaremos este artículo sobre los bailes. En las próximas semanas estaremos ahondando más en el tema, sobre todo en lo que ocurre desde que inicia el baile.
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